FALLO DEL I CONCURSO
MICRORRELATOS CON ALMA
Querid@s lector@s y participantes:
Este ha sido el primer certamen de microrrelatos que hemos organizado y, a juzgar por el éxito que ha tenido y por el nivel de los textos recibidos, deseamos que no sea el último. Ha sido una experiencia enriquecedora pero, sobre todo, divertida. Y es que la literatura, y todo lo que ella engloba: escritura, lectura… ha de ser, siempre y ante todo, un puro entretenimiento; el placer ha de primar por encima de cualquier otra cosa.
Así, en esta primera edición, aunque hemos puesto simplemente como condición la extensión y una serie de palabras a incluir, hemos querido dejaros libertad a la hora de escribir, antes de dar indicaciones sobre cómo ha de ser un microrrelato.
Con todo, creemos conveniente repasar un poco su concepto y dar algunas pinceladas de cómo se debe escribir uno. El motivo no es otro que continuar disfrutando de esta experiencia y a la vez, por qué no, aprender. Así, podemos convertir este pequeño certamen —y los sucesivos—, en una especie de mini taller de microrrelatos. Pero sería un «taller» light, distendido, en aras a aprender un poco más, mejorar nuestro estilo y ser cada vez más capaces de escribir textos de mayor nivel.
Es por ello que la de hoy será una información concisa, en vistas a organizar más ediciones y, por tanto, iremos dándoos la información paulatinamente, para no saturar y para aprender poco a poco.
Aunque todos sabemos más o menos la definición de microrrelatos, no está de más, aunque sea grosso modo, recordar su concepto. Un «microrrelato», como su propio nombre indica, viene de «micro», pequeño, y «relato», es decir, es una narración muy breve. Suele tener entre 7 y 200 líneas. De hecho, el más famoso de toda la literatura en español tiene 7:
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí
del guatemalteco Augusto Monterroso.
Lo que sí debe quedar claro es que, no por breve, está exento de decir menos cosas. Al contrario, un microrrelato es difícil de escribir precisamente porque nos obliga a dar más por menos. Y además de su brevedad, lo que más gusta al lector es que debe contener un elemento sorprendente; un elemento que obligue al lector a usar su inteligencia para adivinar un mensaje críptico que se ha querido dar. Esto da mucho juego a la hora de leer este tipo de literatura y es por ello que al lector le resulta, incluso, divertida.
Eso es precisamente lo que nos ha ocurrido a quienes hemos sido parte en este concurso.
Así, tras estas breves pinceladas sobre cómo debe ser un microrrelato, creo que tod@s podremos entender mejor la decisión del texto ganador y el finalista, si bien no ha sido nada fácil. Sí es cierto que, curiosamente, no hemos albergado prácticamente ninguna duda sobre el texto ganador. En cuanto al finalista, en cambio, la cosa ha estado más reñida.
Podríamos extendernos sobre un breve análisis de cada uno de los textos participantes pero, sinceramente, preferimos que el lector juegue con la imaginación, se deleite y se deje sorprender por el mensaje críptico que engloba cada uno de ellos.
Y ahora sí: ha llegado la hora de deciros cuál ha sido nuestra decisión:
—La ganadora del I Certamen «Microrrelatos con Alma» es: ¡Conxi Ayala!, con su texto Luna de Otoño-Amanecer.
Nuestra decisión ha sido, ya no por lo impecable que está escrito, sino porque realmente es el que ha conseguido dar más por menos. Con solo sus pocas líneas podríamos pasar horas y horas, días y días, o semanas y semanas hablando del tema: la igualdad entre hombres y mujeres. Un tópico, sí, pero expuesto con una historia muy original que incluye un reproche perfecto a la sociedad. El microrrelato consigue sorprender y además da mucho, muchísimo que pensar. Porque, ¿nos queda tanto camino por recorrer, verdad? Así que Conxi Ayala, te damos nuestra más sincera enhorabuena.
—El relato finalista del I Certamen «Microrrelatos con Alma» es: ¡Elena Sauras!, con su texto El acosador acosado.
No solo nos ha sorprendido, sino que también podríamos pasar una eternidad hablando de los varios temas que engloba: el acoso escolar, la frustración, la debilidad, la inseguridad, el amor—o aprecio— que no se quiere mostrar por tratar de enseñar una fortaleza que no se tiene… ¿Cuántas veces, por miedo, ocultamos el amor demostrando todo lo contrario, el odio? Además, deja entrever un pequeño atisbo de amor homosexual que se quiere ocultar a toda costa… Un enigma que embellece, si cabe, aún más el microrrelato. Felicidades a ti también,
Elena Sauras
Y al resto de participantes no nos queda más que daros infinitamente las gracias por vuestra implicación, por haber hecho posible este concurso. Ni que decir tiene que todos vuestros microrrelatos han sido maravillosos, algo que nos ha llenado de alegría, porque habéis aportado un gran nivel al concurso.
Tanto es así, que nos gustaría poder contar con vosotr@s en próximos certámenes, con distintos premios y con diferentes bases. Y ello, sin vosotr@s, no sería posible.
En breve, me pondré en contacto con las ganadoras para mandar sus libros dedicados.
Muchas gracias de nuevo. Ha sido todo un placer conocer vuestras dotes artísticas.
Marian Mira, y Julia Zapata.
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¡Ladies and gentlemen!
Como lo prometido es deuda, y aunque el concurso aún no ha acabado, ya que he ampliado el plazo de entrega de manuscritos... aquí os pongo los relatos llegados hasta el momento. Espero que sean muchos más, pero por ahora son los que hay.
Debo decir, que me gustan todos. Si es verdad que unos más que otros por supuesto, y alguno hay por ahí que me ha impresionado. Ya veremos como queda la final.
¡¡Suerte a todos!!
Por supuesto podéis opinar sobre los relatos, aunque como bien sabéis eso no repercutirá en nuestra decisión final.
Van colocados por orden alfabetico del título, y no por orden de llegada.
A partir de ahora, los que vayan llegando, serán publicados al final.
Deciros que los relatos, se presentan tal y como llegaron a mi correo, sin pasar por un corrector.
Espero que disfrutéis tanto como yo, al leerlos.
Siento que el formato no quede bien, no sé a qué es debido.
A UN AMOR DE VERANO
Es una mañana gris. Sentada a la orilla del acantilado, me siento, como un alma perdida, en la
inmensidad del mar, que bramando, golpea las rocas enfadado.
"Volveré" me prometístes.
Y yo, todos los días, vengo a la misma roca, donde nos amamos, a esperarte.
Tiro una botella al mar. Miro el horizonte y recuerdo...
Recuerdo tus ojos llenos de amor y deseo, recuerdo tus manos acariciándome y siento la nostalgia de un verano que se fue, abrazado a una preciosa luna de otoño, grande, llena... como una ilusión y que me dejó la esperanza de que vuelvas, a dejar sobre mi piel enamorada, tan sólo una caricia.
Me voy, esperando que mi mensaje llegue a ti.
Pero mañana al despuntar el sol... volveré, con mi alma perdida en tu recuerdo y añorando una idílica luna de otoño, esperando tan sólo una caricia de tus manos de seda, sobre mi cuerpo.
"Volveré" me prometístes... y estás lejos, tal vez lo olvidaste.
Yo no lo olvidé y volveré... volveré a mandarte otro mensaje... en una botella al mar y recordarte que sentada en nuestro acantilado, esperando tu vuelta estoy.
EL ACOSADOR ACOSADO
Un empujón brusco le tiró al suelo frío del recreo. Sorprendido, cayó de bruces, sin tan siquiera poner las manos. Se golpeó la cara y, del fuerte impacto sufrido, un incisivo saltó y se perdió entre la grava. Su sonrisa nunca más le embellecería, tendría que aprender a disimularla. Sus rodillas peladas sangraban sin detenerse. Tan solo una caricia, breve, concisa, amiga, podría aliviarle. Pero en lugar de sentirla en cualquier lugar de su cuerpo menudo y magullado, escuchó burlas de sus compañeros de clase. Se sintió más pequeño de lo que realmente era en la inmensidad de aquel patio, donde ningún profesor parecía haberse dado cuenta de la agresión. O quizás, miraban hacia otro lado porque él no valía nada. Nada. Completamente indefenso, un zumbido le despertó. Estaba húmedo a su alrededor. Otra vez había mojado la cama. Llevaba días con esas pesadillas recurrentes en donde intentaba evitar su significado. En sueños, estaba probando su propia medicina que le dejaba ese mal gusto, áspero, amargo, en la boca. Él era el cabecilla de la clase. ¿Qué pensarían sus amigos si de pronto le tendía la mano a Jesús? Pensarían que se había vuelto loco y le rechazarían, pues Jesús era un don nadie. Y en medio de su cuarto de niño, que tenía cualquier capricho que podía desear, anheló tener coraje para interrumpir el acoso que le propinaba diariamente. Como sabía que no tendría valor para ello, dio un puntapié contra la papelera que rebotó contra la pared mientras la rabia le recorría su alma. En su fuero interno, deseaba más que nunca que la mano de Jesús le apretara la suya, porque se sentía un cobarde. Porque huía, sin comprenderlo, de la amistad noble que le podría brindar Jesús mientras su corazón latía aceleradamente de confusión. Si era amor lo que finalmente sentía, ¿por qué le hacía la vida imposible?
EL ASPIRANTE
—Recuerde el alma perdida, avive el seso y despierte, contemplando…
—No hombre, no. Confundes los términos. ¿Cómo te vas a presentar como rapsoda, si empiezas por equivocar los términos? -dijo el profesor.
—¿De qué términos me estás hablando si acabo de empezar? —contestó el aspirante.
—Lo que faltaba, que confundas términos con terminar. Me refiero al "alma perdida " no es asi, es "el alma dormida"
—Que más dará. Si está dormida, está perdida.
—Pero entonces no tendría sentido la palabra que sigue "avive el seso y despierte".
—Y a mi que me importa que despierte o no.
—Parece que estamos jugando al teatro del absurdo, como en <<Esperando a Godot>>.
—Yo no estoy esperando a nadie ¿ y tu?
—¿No te digo que parece el teatro del absurdo? Vamos a centrar las cosas. Tu te estas preparando para un éxamen que, si apruebas, te conceden una plaza de locutor. Te exigen por tanto, buena voz, buena vocalización y entonación, capacidad para retener los textos y no tener que leer constantemente.
—Y qué tiene que ver todo eso con que el alma esté dormida o perdida?
El profesor desistió de su empeño. Búscate otro preparador. —y se fue.
El aspirante lo dejó marchar, diciendo: —no me hace falta; me prepararé yo solo.
Y así fue. Y obtuvo la plaza de locutor. La empresa era de su padre.
EL BAILE
Nunca he bailado o al menos nunca he llegado a moverme al son de la música de la misma manera que bailé envuelta en tus brazos aquella tarde de octubre. No había nadie, solo tú y yo, y la extraña sensación de estar enamorándome más de ti, con cada paso, con cada roce, con cada caricia , con cada nota de música que nos iba acercando más el uno al otro. Sonaba aquella maravillosa canción, envuelta en la mecánica de mi corazón, mientras pensaba que no quería marcharme. Mi intención era quedarme allí contigo, había demasiada distancia, demasiado tiempo entre nosotros, cada día me costaba más separarme de ti. Esa alegría inicial del encuentro, se tornaba una vez más, en una inmensa tristeza en el momento de arrancarme de tus brazos.
Pero aquella noche era especial, creo que nunca he llegado a sentirme tan cerca de ti, tan enganchada entre las redes de esos hilos invisibles que nos ataban el uno al otro. Tan solo una caricia más y tendría que irme lejos, mientras esa bella luna de otoño, filtraba la luz por la ventana, solo quería atraparte en mí memoria, seguir oyendo tu voz, notando tus manos y sintiendo tu aroma, mientras la retina atraparía tu imagen en mi recuerdo para siempre.
Es difícil pensar que la vez que más unida me sentí a ti, quizás fue el principio del fin entre nosotros. Nunca llegas a saber cuándo será el momento en el que no solo el amor importa o si todo fue un sueño del que tuve que despertar de golpe. Siendo solo una parte de mí, porque la otra se quedó bailando a la luz de la luna, al son de una música que se ha llevado el paso del tiempo, mientras han caído las hojas de los árboles, un otoño tras otro.
EL VUELO
Al atardecer no le quedaba más que un par de segundos, el tiempo justo para encontrar un buen sitio donde poder divisar el horizonte lo más despejado posible, miró a su alrededor y permaneció en silencio. Cuando se dio cuenta, la luna de otoño ya reinaba en el inmenso azul. Solo se permitió un momento para contemplarla, sabía que la nostalgia no tardaría en aparecer, entonces desplegó sus alas y se alejó lo más deprisa que pudo.
LADRONES DE LUZ
Lo que más me asustaba era el olor, ese olor a metal rugiente y a sudor extranjero que lo iba impregnando todo como una marea. También el ruido, tan extraño y brutal. En cada esquina resonaban las botas, las órdenes marciales, los cristales rotos. Rasgaban el aire como puñales, dejando detrás un reguero de miedo y ojos bajos. Camiones sin futuro se llevaban a quienes hasta ayer compartían portal o confidencias.
Se llevaban también las obras de arte, los cuadros, el alma de los museos. Convertían barrios enteros en calles llenas de fantasmas y tiendas cerradas. Lo peor de todo, es que nos robaban la luz y la luna de otoño, las mismas que ha iluminado París desde que tengo recuerdos. Todo se estaba volviendo gris y aparecía plano, sin vida, sometido a la implacable disciplina grosera y humillante que se nos imponía.
Y a pesar de todo, los cafés se llenaban por las tardes, antes del toque de queda, y durante unos minutos podíamos pensar que nada ocurría mientras el sol caía lentamente tiñendo los muros del Louvre de oro viejo. Aún podía coger tu mano y con tan sólo una caricia sentir que había algo que jamás nos podrían robar. Luego llegaba la noche y volvían los coches sin luces, los gritos lejanos, las puertas quebradas. El miedo se convertía en un animal furioso que nos golpeaba cada minuto que precedía al alba. Sólo tu aliento me hacía revivir entonces.
Te perdí una de esas madrugadas, en uno de esos coches, en nuestra ciudad que agonizaba, aunque ni siquiera las cruces de giros grotescos pudieron hundirla. Hace tiempo que recuperé las calles y la luz, pero nunca sabré dónde buscarte.
LLEGÓ EL FINAL
Eran las 10 de la mañana cuando despertó, se sentía completamente cansada, agotada, le pesaban tanto los párpados que le costaba un gran esfuerzo mantener los ojos abiertos.
Cuando vio la hora que era, saltó de la cama y se apresuró a vestirse. No comprendía qué había ocurrido, pero debería de llevar tres horas levantada y dos en su puesto de trabajo, y seguía en casa. No pudo darse una ducha antes de salir, ni desayunar tan siquiera.
Salió a coger el coche, pero hubo algo que le resultó bastante extraño. La calle estaba desierta, no había nadie, ni siquiera un alma perdida. Miró a un lado de la calle, después al otro, el silencio era sepulcral. Al girarse hacia su coche, pudo darse cuenta que en la casa de enfrente había alguien en la ventana que la observaba. No dio importancia hasta que vio más gente tras los cristales de sus casa observándola. ¿Qué ocurría?... Entró de nuevo en casa, y puso la televisión, necesitaba saber qué estaba sucediendo. Consiguió encontrar a pesar del esfuerzo, un canal retransmitiendo.
<<Señoras y señores, lamentablemente, llegó el tan temido momento. La apocalipsis, ya está aquí. Hoy el mundo se ha parado, nos guste o no. La vida peligra de una forma considerable. La tierra agoniza, y nosotros con ella>>.
-Pero eso no puede ser, así, de repente.
<<Llevamos más de dos décadas escuchando estas mismas palabras, pero ahora se hacen realidad. Ayer, fueron elegidos, de diferentes paises, 6 millones de personas, para ser evacuadas a un planeta parecido al nuestro. ¿Destino? VIVIR.>>
En el duro y frio suelo de la cocina, un cuerpo yace, sus ilusiones, su vida, todo se desvaneció.
LUNA DE OTOÑO - AMANECER
I – China, mediados del s. XIX
Luna de Otoño contempla el amanecer desde la ventana de la habitación donde está encerrada. Ha tenido suerte porque desde la muerte de su madre, su padre sólo tiene ojos para ella. Pero no le perdona que se negara a seguir vendándose los pies, ya terriblemente deformados por años de tortura, ni que intentara huir en un fútil intento de escapar al matrimonio concertado ya desde que nació, alegando que ella sólo se casaría por amor.
Luna de Otoñose pregunta si su gesto de rebeldía habrá servido de algo. Gracias al cariño de su padre sigue viva. Sin embargo, la han condenado a vivir recluida en su habitación para el resto de sus días.
II – Una ciudad europea, s. XXI
Amanecer contempla la luna de otoño desde la ventana de su habitación. Al día siguiente asistirá a la manifestación de 8 de marzo para seguir revindicando la igualdad entre hombres y mujeres, tan cercana y tan lejana a la vez. Dos día más tarde, volverá a Bruselas para seguir con los trabajos de nuevo informe sobre la situación de la mujer en el mundo.
Lejos de mejorar, la crisis se está cebando con las mujeres, cuyos derechos parecen mermar a medida que aumentan los niveles de pobreza. Amanecer se pregunta cuanto tiempo habrá que seguir luchando sin descanso para conseguir la tan anhelada igualdad.
LUNA DE OTOÑO
Estaba nerviosísima por aquella... cita. Yo iba a presentarme. A buscarlo. ¿Me atrevería cuando llegase el momento? Estaba colada por él desde hacía un año, desde aquella noche que había chocado conmigo por casualidad, mientras corría bajo el cielo nocturno.
Tampoco es que yo fuese muy alerta, la verdad. Estaba ensimismada con mi móvil, escribiéndole a Gloria, mi mejor amiga. De repente, me estampé con algo caliente, duro. Me voló todo de las manos y caí al suelo de culo. La rabia se apoderó de mí al ver la batería a un metro del resto de la armadura de mi teléfono. ¿Quién cojones me había…? Creo que dejé de respirar en ese momento, cuando le vi la cara: Piel tersa y suave. Cejas gruesas y perfectas. Labios carnosos e incitantes. Pómulos altos y definidos. Ojos… ¡Válgame el señor cómo tenía los ojos! Un azul intenso y profundo enmarcaba su mirada. Desde aquel día, todos los días paseaba por allí a la misma hora. El problema es que no sabía cómo iba a tomarse eso de que lo espiara gratuitamente. Pensaría que era una loca, acosándolo como una salida lunática. Suspiré, y esperé a que viniera. Se acabó, esto ya se pasaba de castaño oscuro. Se lo diría, si me mandaba a la mierda, pues estupendo, pero, por lo menos, lo habría intentado. Ahí venía él, con su chándal de correr. Y, por raro que parezca, impresionantemente guapo. ¡No puedo hacerlo!, me dije. Y, en el último momento, me giré, esperando que pasara de largo.
-¡Eh! –Escuché -. ¿Tú eres la del móvil, verdad? –preguntó.
No me podía creer que eso fuese para mí. Así que, incrédula de mí, me volví para verlo. ¡Era él! Y me sonreía con esa espectacular sonrisa que me había mostrado la primera vez. Asentí. Y allí, bajo esa luna de otoño, empezó de nuevo mi vida.
MIENTRAS LEES
Subió hasta la habitación donde descansaba plácidamente, observó su cara suave, una cara que tantas veces había acariciado, vio como la luz de aquella luna de otoño resaltaba la piel delicada de su cuerpo. A su mente regresaron los momentos felices que habían vivido juntos, eran la pareja perfecta, desde el momento que se conocieron se complementaron uno al otro.
Se acercó sigilosamente para no despertarla de su dulce sueño, la miró durante unos minutos antes de apuntarla con aquel arma que portaba desde que había entrado en la casa. Sin pensarlo le disparó varias veces haciendo que parte del vecindario despertara asustado en mitad de la noche.
La sangre había teñido de rojo esa piel tan delicada, él, giró la mirada hacía la ventana para intentar localizar la luna, una luna que había sido testigo de lo que estaba ocurriendo en esa habitación. Al ver que no la encontraba en el cielo, regresó la mirada hacía la peinadora, donde estaban aquellos papeles que tantas veces había leído ya, los cogió de nuevo y pensó para sí: <<Si no eres para mí, no eres para nadie>>
Se apuntó en la sien con el mismo arma con el cual le había arrebatado la existencia al amor de su vida…
—¡Cariño ya estoy en casa! -gritó al abrir la puerta.
Emma cerró el libro, lo dejó sobre la mesa y se levantó a saludar a su marido.
—Me has interrumpido en lo más fuerte del libro —dijo antes de besarlo temerosamente…
NUESTRO SECRETO
Una voz un poco ronca, una barba que siempre pincha, y ese aspecto como de alma perdida, es lo que caracteriza al señor que acompaña a mamá todas las tardes al colegio a recogerme.
A mí no me gusta la forma en cómo la mira a ella ni el modo en el que se dirige a mí, pero lo que más me desagrada es cuando mamá me obliga a darle un beso antes de despedirnos.
Sólo encuentro una ventaja, y es que ella promete regalarme un tebeo si no le cuento nada sobre su nuevo amigo a papá, cuando éste vuelva de viaje.
NUNCA FUIMOS IGUALES
Desde la paz que hoy inunda su alma, ahora, que ya no duelen los recuerdos, cuando la oscuridad se ha tornado luz y el frío en calor busca las respuestas a preguntas que nunca fueron.
Cómo y porqué se replegó en el espacio hasta convertirlo en su centro, cuándo se convirtió en un satélite orbitando en torno a él, para terminar cual alma perdida o meteorito sin rumbo en la inmensidad del Universo.
No, nunca fueron iguales, sólo en apariencia, una hermosa fachada de lo que no era más que un decrépito tugurio, una imagen perfecta de una vida imperfecta. Múltiples diferencias que a ella nunca le importaron. Sueños enterrados, olvidados, diluidos en la nada, a cambio de un falso sueño.
Mil mentiras contra una sola verdad o quizás sólo fueran mil verdades contra una sola mentira.
No, nunca fuimos iguales - piensa - yo le amaba, él a mí no.
TÚ, YO, Y EL AMOR
—Si me dices que caimos, no me sirve para nada. Necesito que me animes, que me adules con palabras. Que esta maldita nostalgia no acabe con nuestra historia, de amores y promesas descarriadas. Como un alma perdida, bajo una luna de otoño, y a falta de tan solo una caricia, te pido vida mía, nunca dejes de amarme.
¿Por qué fuimos tan sensatos? ¿Por qué intentamos negarlo? ¿Por qué sin mediar palabra, no decidimos plantarnos?
Yo necesito sacar, de mi pecho este peso que aplasta cada momento de mi ser desmotivado.
Quiero fundirme en tu piel, sin que tenga que esconderme. Saquemos lo positivo, y demos una oportunidad a este amor que nos conmueve. No seamos chiquillos, el tiempo no se detiene, y aqui ahora contigo, quiero vivir y sentir en mí el verdadero amor, el que tú y yo decidimos ocultar ante el mundo.
—No te apresures vida mia, sabes que sin tí, yo muero. La tan temida rutina, nunca nublará nuestro sueño.
Pasearemos por caminos e inmumerables senderos, sin escondernos del mundo ni de la gente del clero. Porque este amor es tan digno, que hasta nublar puede el cielo.
EL TREN DE MI VIDA
Como un alma perdida camino, como un alma perdida estoy. Trato de hallar mi destino y otra vez me invade el pavor. Busco mi proyecto de vida y cada vez más lejos estoy. Subo a mi propio tren, errante por vagones desconocidos, que me separan más y más de la realidad. Confusa deambulo sin control y nada encuentro, ni nada me sirve. Ya he entrado en un túnel oscuro y no alcanzo a ver la luz del final. Cambiando de vagón una y otra vez, llego a desesperar. Como un alma perdida camino, como un alma perdida estoy.
—Dime, luna de otoño, por qué encontrarme no puedo y mi destino ignorarme quiere. Dime, luna lunera, por qué no logro saber dónde estoy, ni conozco a dónde voy. Contéstame, mi luna querida, por qué me encuentro a disgusto si estoy en mi propio tren. Enjúgame mis lágrimas y dame un poco de paz. Tan solo una caricia tuya, a mí me podrá serenar. Háblame, lunita bella, porque voy a delirar.
—No desesperes, mi niña guapa, que yo te voy a ayudar. Y bájate de ese tren, que a ningún puerto bueno tú vas a llegar. Subiste al tren de tus máscaras y te dejaste vencer por tus miedos. Ven que te dé yo mi mano y te ayude a viajar a tu interior. Allí un tren te espera, para que puedas conocerte mejor, si bien primero, un consejo yo te doy. No apresures el viaje pues, aunque dura será tu odisea, buen final de trayecto te espera. Que tu suerte no es sino tuya y en tu mente la respuesta tendrás.
—Ese tren del que me hablas, infinitas veces lo traté de coger. Pero el miedo me superaba y siempre quedaba en el andén. Tiéndeme tu mano amiga, porque ya no lo quiero perder.
LA MÁSCARA
Las calles estaban solitarias y oscuras. No había ni un alma perdida. La fiesta de disfraces era en la Mansión de los Méndez, dos calles más arriba. Sería en el jardín, bajo la primera luna de otoño. Acabaría al amanecer. Un último imprevisto en su vestido le hizo llegar tarde. Un diseño espectacular. Un peinado arrebatador. Retoques de maquillaje por doquier. Todo perfecto. Todo impoluto. Hasta el más ínfimo detalle. Invitación en mano, se dispuso a que el responsable le franqueara el paso para acceder a la fiesta. No fue así:
—Señorita, ha olvidado usted su máscara. Es un requisito indispensable.
—¿Mi máscara? Oh, pero si es muy buena ¿acaso no la ve? Mejor, porque no me la quito ningún día del año.
EL ALMA DE MARÍA
Eran las seis de la mañana, el mar estaba en calma. En el horizonte se divisaba un nuevo amanecer.
María salió temprano, llevaba dos horas sentada en la orilla, no soportaba otra noche mas allí, entre sus recuerdos. Esa luna de otoño, siempre había sido su incondicional compañera en sus peores momentos.
Era una mujer bella, un alma perdida, que a pesar de los pesares, poseía una claridad desbordante.
Siempre tuvo unos sueños que quiso realizar, pero poco a poco la esperanza fue desapareciendo, y la luz se fue transformando en oscuras sombras que la fueron enguyendo hasta quedar a su merced.
En un momento en el que su mente estaba dispersa, escuchó como el viento la hablaba, la estaba llamando, la susurraba. Se fue acercando más y más a la orilla, queriendo escuchar con nitidez lo que le decía.
El agua, transparente como el cristal la invitaba, la incitaba a seguír adelante., a adentrarse en sus entrañas, lentamente.
Comenzó a sentír una oleada de libertad al contacto con el líquido, y esa sensación aún más la animaba en su intento de llegar hasta esa voz que la atraía como un imán.
María se perdió en la lejanía. Desde entonces, cada amanecer se escucha un cántico que proviene del mar.
El alma de Maria vaga por sus profundidades, saludando a la luna en sus noches de luna llena.
ENTRENAMIENTO MORTAL
Para Cinthya era un modo de vida, desde niña sus padres se lo habían inculcado.
Esa mañana como cada día, despertó a las 7, se enfundó su equipo, ingirió un zumo de mango y naranja y se fue a entrenar.
Al llegar al parque Roosevelt, vio que estaba desierto, no había nadie, ni un alma perdida por allí. Lo que cada día se encontraba repleto de deportistas que madrugaban para ponerse en forma antes de acudir a sus respectivos quehaceres cotidianos. Sin dar mayor importancia comenzó sus ejercicios de calentamiento, y se dispuso a correr.
De repente, alguien a lo lejos le hacía movimientos exagerados con ambos brazos. La muchacha, por más que intentaba reconocer a aquella persona, no entendía qué quería decirle con aquellos gestos. Extrañada, miró a ambos lados, -tal vez no fuera a ella- pero no había nadie más en aquel lugar.
Antes de que pudiera darse cuenta, el cielo se tornó de un color rojizo comenzando a lanzar diminutas bolas de fuego, del tamaño de las canicas. Cinthya, totalmente desconcertada corrió hasta el lago que tenía a 200 metros, sin pensarlo se metió en el agua. Pero a los pocos minutos, grandes bolas de fuego comenzaron a caer sobre la ciudad, creando un verdadero infierno, destrozando todo por donde pasaba.Una de ellas fue a estrellarse precisamente a dicho lago, provocando con sus miles de grados de temperatura, abrasar todo lo que tocaba. El cuerpo de la muchacha quedó desintegrado al instante. La ciudad ya no era tal, en su lugar, un paisaje terrorífico de horror y destrucción se había apoderado de todo lo que en su día tuvo vida.
***
Hasta aqui los relatos participantes, en este primer certamen. El próximo 31 de Mayo, se publicará en esta misma entrada el resultado del fallo del jurado.
Gracias a todos por participar, y mucha suerte.